El Acompañamiento Terapéutico: un recurso clínico, una práctica de trabajo en equipo

Por Pablo D. Mezquita*

En la Argentina el Acompañamiento Terapéutico cobra auge a partir de la década del ´60 con el “movimiento anti psiquiátrico” y con la preponderancia del psicoanálisis. Fue el Dr. J. García Badaracco quien incluyó el acompañamiento en el ámbito de la clínica psiquiátrica. En las últimas décadas, los tratamientos que incluyen el acompañamiento se han vuelto más frecuentes, bajo la concepción de un sujeto que pueda vivir integrado a la comunidad y no entre muros. Si bien este movimiento tiene raíces en desarrollos terapéuticos del siglo XX, estamos en presencia de algo que circula en la sociedad. En el cine y en tiras televisivas con más frecuencia aparece como personaje el AT y más allá de mostrarlo como alguien amigable ligado a la vigilancia o la recreación, su sola inclusión va dejando su huella. Hay que rescatar que hoy, para el imaginario colectivo, ya existe una referencia de esta profesión, aunque se deje de lado o no se resalte su labor terapéutica.

En los años que llevo como AT he podido ver un cambio dentro del espacio familiar a la hora de encarar un tratamiento donde se indica acompañamiento. Ese personaje extraño que ingresa al cotidiano y propicia la comunicación, que participa de eventos sociales, que realiza intervenciones para destrabar conflictos, que pasa tardes conversando en una cocina o en un parque, encuentra menor resistencia. Estos cambios socioculturales contribuyen a mejorar el encuadre y abren el camino para que se avance en nuevas y mejores legislaciones. 

Como parte de este cambio han surgido empresas que se dedican al cuidado de personas y ofrecen acompañamientos. Sin caer en una generalidad, estas empresas suelen tener dificultades para desplegar una mirada clínica y actúan como meras proveedoras de personal. En este sentido, brindan de igual forma el servicio de cuidadores, personal para enfermería o acompañamientos. El problema está en no contar con un encuadre propio del acompañamiento terapéutico y reducir todo a informes descriptivos o de control. En la práctica, muchas veces se realizan contrataciones donde lo que aparece es un responsable que negocia el tratamiento o un coordinador que sólo arma planillas de horarios y cobra una parte importante del honorario que se paga por el AT.

El acompañamiento es un recurso especializado con un abordaje psicoterapéutico y social que trabaja en forma articulada con profesionales que brindan indicaciones, que propician el intercambio y el dialogo clínico. Las reuniones periódicas, o la circulación de la información a partir de herramientas tecnológicas, permiten que el tratamiento no quede estanco. El o los profesionales, psicólogos, psiquiatras, actúan desde la terceridad para el sostén del tratamiento y del AT, en situaciones donde aparezcan complicaciones en la escena terapéutica.

Cuando se trabaja en casos complejos, que por lo general necesitan mucha carga horaria, las reuniones de equipo son una parte esencial del tratamiento. Incluso, como me ha pasado, hay instancias de supervisiones para ese equipo terapéutico. La información circula, se unifican criterios y se definen lineamientos en estos encuentros. En el tratamiento de la psicosis una voz en el teléfono puede ser de gran ayuda, y en mi práctica profesional me ha tocado acudir a ello. En algunos casos esa voz fue la del terapeuta y, en otras ocasiones, la de coordinadores de equipo capacitados para actuar y contener. 

El AT trabaja desde lo vincular y desde allí interviene terapéuticamente. El AT deja de lado la propia subjetividad y propicia que surja la subjetividad del otro. La función del acompañamiento es dentro de un marco interdisciplinario y el vínculo es siempre asimétrico. No somos sus amigos, ni tampoco sus parientes. Frecuentemente he trabajado más con la familia y el entorno, sin perder de vista la necesidad del acompañado. El trabajo vincular tampoco podemos limitarlo a esos ámbitos. La pandemia del Covid 19 dejó más que nunca en evidencia lo vital que resulta el contacto con los otros. Desde el acompañamiento siempre se busca desarmar aislamientos y propiciar los vínculos.

En el Día del Acompañante Terapéutico celebro que exista esta profesión, para poder en cada una de las áreas donde se interviene, contribuir al desarrollo de personas integradas a su comunidad, vinculadas con familiares o con sus pares, sujetos que puedan valerse de ese sostén durante el tiempo que lo requieran. Celebro también el trabajo interdisciplinario y las muchas reuniones de equipo a donde me ha tocado asistir para continuar mi aprendizaje.

* Pablo Mezquita: Estudió psicología social y tiene una amplia trayectoria en la práctica de acompañamiento terapéutico

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